Andrea tomó el camino del servicio a la comunidad a sus 16 años, cuando empezó a trabajar como voluntaria en proyectos sociales que le permitieron conocer de cerca las necesidades de la población. Luego de seis años de voluntariado fundó la primera de sus plataformas de apoyo al emprendimiento, la Red Universitaria de Jóvenes Emprendedores (RUJE), a la que le siguieron Women Entrepreneurs for Bolivia (WE) y Despega Bolivia Hub. Esta labor permitió que la nominaran en 2015 entre “las 150 mejores emprendedoras del mundo” en la Global Entrepreneurship Summit y que participara este año como expositora y representante del país en el Women Economic Forum Latinoamérica.
¿Quién es Andrea Henao y qué hace actualmente?
Hago voluntariado desde los 16 años. Empecé este trabajo porque creo que los jóvenes siempre debemos estar activos dentro de nuestra sociedad y porque quería que los jóvenes no solo esperen que las soluciones lleguen a ellos, sino que sean agentes de cambio y que empiecen a generar soluciones que tengan un impacto positivo para nuestra sociedad. Llevo seis años trabajando en temas de emprendimiento y durante este tiempo he desarrollado muchos proyectos para emprendedores.
¿Por qué orientaste el apoyo emprendedor principalmente a los jóvenes y a las mujeres?
En el primer caso, porque tienen un gran problema de desempleo, que sigue creciendo y en el segundo, porque hay grandes brechas en el ingreso salarial y en los puestos de toma de decisión.
¿Crees que ha cambiado en estos veintiséis años el pensamiento de la sociedad respecto a la mujer?
Sí. Creo que se han logrado avances tanto en el pensamiento como en las normativas. Se han creado más programas que apoyan a la mujer cuya presencia es ahora institucional y decisiva; ya se considera incluir a la mujer en campos del emprendimiento y jerarquías altas. Estamos cerca; aún no hay equidad completa. Que las mujeres avancen no significa que ya estemos allí ni que no necesitemos más ayuda; es muy necesario seguir poniendo… Cuando comencé hace dos meses los recursos para incubadoras eran muy escasos; tuve problemas incluso con el apoyo de bancos e instituciones financieras para darle importancia a mi palabra. Me trataban como si no tuviera nada y tuve que construir confianza y tal vez credibilidad por mí misma, argumentando porque con lo poco que tenía era lo único posible alianza o algún convenio. Yo no tomé eso como un obstáculo, sino como algo que me sirvió para duplicar mi profesionalismo.
Los avances, no obstante, no son suficientes…
No, porque según las estadísticas seguimos con esas significativas brechas que deberíamos cerrar y disminuir en los próximos años para que podamos tener una aceptación mucho más fuerte y para que vean a la mujer como empresaria y líder.
¿Tu participación internacional te ha permitido observar tendencias globales diferentes para apoyar una mayor presencia de mujeres en la economía?
Hay proyectos muy interesantes, pero los avances que han visto con mayor sorpresa están en el área de financiamiento; por ejemplo, en Perú y Colombia se accede con mayor facilidad que en Bolivia y con tasas bajas (de interés) que son incluso más reducidas para las mujeres.
Con base en estas experiencias, ¿cuáles consideras que son las necesidades más urgentes para el desarrollo del emprendimiento femenino en Bolivia?
Estamos en un punto en el que no tenemos muchas instituciones más importantes que aquellas empresas que deciden, acertadamente o no, dónde invertir sus recursos adicionales. Este malentendido popular se hace visible por su omnipresencia en la retórica de la izquierda tradicional: el intento de convertir un país en una empresa y liderar un cambio hacia mayor productividad es una falacia utilizada repetidamente sin éxito alguno. Ser gobernados por empresas no tiene nada que ver con estar bien gobernados ni con el progreso económico. Aunque sean complicadas, simples o creadas casualmente o mediante diseño intencionado, las instituciones sociales y comunitarias enfocadas tanto en los jóvenes como en los ancianos ayudan al crecimiento económico de manera más efectiva. La cuestión es que países como Chile y Bolivia tienen sistemas económicos cuando hay menos procesos burocráticos, habrá más crecimiento económico. El cuarto factor es necesario para el país si las empresas formales trabajan y el gran empresario también recibe mejor impulso, se maneja y arregla desde dentro. Diferencia del emprendedor… También debería tomarse en cuenta la relación directa de los empresarios como apalancamiento financiero y tener confianza en que nuestros proyectos van a funcionar es algo que debemos cambiar para que nuestro país crezca.
¿Cómo evalúas la actitud del gobierno boliviano respecto al emprendimiento y al emprendimiento femenino?
Al principio, el tema era desconocido por el gobierno, pero en los últimos años se ha tomado en cuenta más y hay esfuerzos por crear programas. Entonces, creo que hay bastantes avances. Han lanzado el Programa de Intervenciones Urbanas (PIU) y otras iniciativas para todas las personas que tengan un negocio, pero me parece que todavía se da un apoyo más enfocado al emprendedor hombre, que está marcando la diferencia a los proyectos de emprendimientos beneficiosos para la sociedad toda o que tengan un alto impacto social. No es necesario darle reconocimientos y todo eso si son proyectos únicos y de alto impacto social como los del PIU de lanzar este año y tiene como objetivo potenciar actividades productivas y el talento boliviano.
Y luego de este trabajo, ¿qué es lo que sigue para ti?
Como profesional me siento muy comprometida con el crecimiento de mi país. Con toda la experiencia que tengo, podría haberme ido a otro país; sin embargo, siento que Bolivia nos necesita para hacerla crecer. Voy a seguir trabajando en fortalecer los microempresarios y jóvenes emprendedores para brindarles mayores oportunidades de crecimiento tanto a nivel de formación como en internacionalización y escalamiento. Así mismo busco contribuir a que el sistema emprendedor boliviano sea visible ante el mundo.